Yo sabía que si borraba cada verso,
cada rima que revoloteaba por ahí,
iba a dejar una parte de mi,
iba a dejar mi corazón,
como aquella tarde de otoño.
Me preguntó si quería que lo acompañara al banco,
contesté estrepitosamente que me quedaba afuera esperándolo
(tantas veces lo esperé y el nunca regresó).
Le sonreí antes que llorar.
Pero quería una vez más que me abrazara,
que no dejara mi corazón en la puerta del banco.
Yo sabía que si borraba cada verso,
el alma se me iba a envejecer un poco más
y mis versos estarían desorientados,perdidos,
me buscarían por las calles que los dejé ir,
preguntarían por mí, (ya se habían acostumbrado de mi compañía).
Pero yo, ya nos los quería,
quería que volarán, que tuvieran otras palabras, nuevas rimas, distintas a las inventadas en las tardes de invierno.
Mis versos ya estaban cansados de buscar adjetivos a su recuerdo,y ya no querían recordar este día de otoño, en el que yo, los buscaba desesperadamente, mientras él, me preguntaba si quería que lo acompañara al banco.