Preferí callar,
que el silencio me invadiera,
que tomara la forma de miradas distantes,
lejanas de ese espacio-tiempo.
Preferí escuchar,
con absoluta precisión,
quizás en algún rastro de luz,
de aire otoñal,
estaría la respuesta.
Estalló en mí,
la cómplice soledad
y el silencio cubrió
cada una de mis arterias.
Las pulsaciones cobraron
su ritmo normal
y mi cuerpo se desplazó,
buscó nuevas formas
para no ser este cascarón maltrecho.