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Preferí callar, que el silencio me invadiera, que tomara la forma de miradas distantes, lejanas de ese espacio-tiempo.
Preferí escuchar, con absoluta precisión, quizás en algún rastro de luz, de aire otoñal, estaría la respuesta.
Estalló en mí, la cómplice soledad y el silencio cubrió cada una de mis arterias.
Las pulsaciones cobraron su ritmo normal y mi cuerpo se desplazó, buscó nuevas formas para no ser este cascarón maltrecho.