Recojo pedacitos de mí
como un rompe cabezas inconcluso,
fichas que no encajan en el hoy.
Escenas pasadas que regresan
fugaz e inoportunamente,
en el desayuno,
en la estrofa de una canción,
en los abrazos olvidados atrás de la puerta.
Palabras intactas que se suicidan
apenas salen de mi boca
y caen lentamente contra el piso
sin poder sostenerse,
sin poder agarrarse de las manitos
y morir juntas.
Desesperados abrazos
que buscan encontrar
en otros brazos
la ausencia de vos.