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Dígale zambita.

Dígale que lo espera una zamba,
entre los dedos,
entre versos.
Dígale que lo esperan cantos despacitos,
los que cantaba Spinetta.

Dígale que aunque la poesía suene a suplica,

sabe que acá juntito en el centro del pecho,
lo espera este corazón,
que tiene un poco de esperanza.

Dígale que las noches se han vuelto eternas

y que los días tardan en venir.

Dígale que mi cuerpo lo espera,

para seguir re encontrándonos en la inmensa ciudad.

Dígale y recuérdele el 

día en el río dulce,
aquel día de verano.

Dígale que los ruiseñores,

han dejado de cantar,
porque su voz se ha callado,
ha tomado la forma del silencio,
ha tomado la forma de las ausencias.
Dígale que lo espera una inmensidad de abrazos.
Dígale que mis días se han vuelto tristes.
Dígale que en su pecho había sueños,
había utopías.
Dígale que en el río Dulce
lo esperan unos mates amargos.
5 de Agosto de 2013.