Hoy te encontré en la prosa, en y entre las palabras. Hoy te encontré nuevamente dormido, como aquel niño de antaño. Hoy te encontré en mis ojos tristes, en la pesadez de mis días. Hoy te encontré en la tarde cuando cae y en las calles caminando. Hoy te encontré anclado en ese rincón del mundo, donde sólo caben tus miradas. Hoy te encontré en los versos de los desahuciados, en los versos que el poeta aún no escribió. Hoy te encontré sobre todo inmóvil, y presencié tu cuerpo: desaparecido, silencioso, inerte. Foto: Gabriela Verzino